Nace en la ciudad marítima y eólica de Lebú, Región del Bío-Bío, Chile. Hijo de Luis Beltrán Arias y Raquel (Raquelita) Fuentes Henríquez. Desde 1974 reside en Chillán. Desde este espacio, construye su mundo generoso de visiones, animado por la fuerza creadora y la brizna de gratas reminiscencias, enfrentadas al oleaje del tránsito desgarrador de la realidad que exige a cada momento de un artista, como Máximo, comprometido con la elevación de este mundo que construimos y habitamos, poner en juego toda la humanidad que alberga en su ser en favor del Otro.
Su peregrinaje se ha caracterizado de una alta cuota de silenciosa humildad, que a pesar de los permanentes reconocimientos de sus pares, tanto nacionales como internacionales, junto a los aplausos de la crítica especializada y el público en general que expresa su admiración y gratitud por la siempre fresca entrega de un Arte de la más exquisita calidad, no se ausenta en su trato fraterno y afable.
Podemos sumar a las muchas y auspiciosas palabras que se han expresado en torno a la creación de Beltrán, las referidas a su obra, tales como:
“Sus singulares y sorprendentes composiciones nos están expresando la fantasía de su pensamiento y preocupación intelectual y lírica, como formas de sentir y de crear el arte”. O bien: “Pulcro, impecable, inquietante búsqueda del tiempo”, Junto a “Utiliza todas las técnicas y texturas para expresar a través de sus obras, su mirada estética, teñida gratamente de una suerte de nostalgia”. La lista de citas que resume el aporte magnífico arte que nos comparte sería demasiado amplia para continuar.
La mirada de Máximo Beltrán, es la de unos pocos privilegiados que gozan con la honestidad y el deleite de la lluvia, las hojas, las calles y sus secretos, palpitante a cada señal que le otorga la vida, y jamás indiferente ante el dolor, sabiéndose a cada respiro hermano de todos los seres de la Creación Divina.
Editorial Ortiga
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